El Partido Revolucionario Institucional (PRI) se ha impuesto como el gran ganador en las negociaciones del Frente Amplio por México para definir el reparto de candidaturas al Congreso. El tricolor tendrá más candidatos al Senado y casi el mismo número de aspirantes que el Partido Acción Nacional (PAN) a la Cámara de Diputados, de acuerdo con el convenio de coalición de la alianza opositora. El PAN se ha consolidado como la formación que ha llevado la voz cantante de la oposición en la carrera por la presidencia y la Jefatura de Gobierno de Ciudad de México, al colocar a Xóchitl Gálvez y a Santiago Taboada en la boleta de las elecciones de 2024. El PRI, sin embargo, será el que lleve la batuta en la batalla por el Legislativo, un coto crucial para asegurar su supervivencia y relevancia política en el futuro inmediato.
El Senado se integra por 128 legisladores: 64 escaños se eligen por el principio de mayoría relativa, 32 se asignan a la primera minoría (el segundo lugar en la elección) y los 32 restantes por representación proporcional. Cada partido o coalición registra una lista con dos fórmulas, con un candidato propietario y un suplente cada una. El partido que obtiene más votos consigue dos senadurías, mientras que el que queda en segundo lugar, sólo una. A partir de ese punto empiezan las estrategias. El lugar que ocupa el candidato es clave porque si está en la primera fórmula multiplica sus posibilidades de hacerse con una curul, ya sea como representante de la primera o la segunda fuerza. El que está en la segunda fórmula aspira necesariamente a que su formación sea la más votada para lograr un escaño.
El PRI podrá colocar a dos candidatos ―en primera y en segunda fórmula― al Senado en Campeche, la tierra de su líder nacional, Alejandro Alito Moreno. También tendrá dos aspirantes en Coahuila, la gubernatura que pudo mantener en las elecciones de junio pasado. En el cálculo priista, esas son las dos entidades en las que consideran que tienen más chances de hacerse de un lugar en la Cámara alta. El tricolor también logró colar a sus candidatos en las listas para la primera fórmula en Ciudad de México, Colima, Guerrero, Hidalgo, Morelos, Nuevo León, Puebla, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala, Yucatán y Zacatecas. Esto quiere decir que, incluso si queda en segundo lugar en esas contiendas por el Senado, podría aspirar a tener al menos un representante en el Senado como primera minoría.
En total, el PRI tiene 14 posiciones en primera fórmula y el PAN sólo 13, aunque actualmente hay casi el doble de senadores panistas (19) que priistas (10). La formación de Marko Cortés pidió tener las dos candidaturas al Senado en algunos de sus bastiones, como Aguascalientes, Chihuahua y Querétaro, según el convenio que se ha filtrado. Los panistas ocupan el primer lugar, para aspirar a hacerse de un lugar incluso si terminan en segundo lugar en la votación, en Baja California, Baja California Sur, Durango, Jalisco, el Estado de México, Nayarit, Quintana Roo, San Luis Potosí, Tamaulipas y Veracruz.
El Partido de la Revolución Democrática (PRD), el socio minoritario de la coalición, se tendrá que conformar con tres postulaciones en primera fórmula: Chiapas, Michoacán y Tabasco, el Estado de donde es originario el presidente, Andrés Manuel López Obrador. El frente opositor, que cambió de nombre a Fuerza y Corazón por México, no llegó a un acuerdo para competir en coalición en Guanajuato y Oaxaca. En esos Estados, cada partido tendrá a sus propios candidatos al Senado y la Cámara baja. Además de los nombres de quienes serán finalmente los abanderados, falta por determinarse quiénes estarán en las listas de representación proporcional y en qué orden. En el reparto también influirá el criterio de paridad y las autoridades electorales vigilarán que haya al menos la mitad de mujeres como aspirantes.
En la Cámara baja, la coalición competirá como un solo bloque en 253 de los 300 distritos electorales. El PRI podrá colocar a 96 candidatos, solo dos menos que el PAN. El partido de Marko Cortés tiene actualmente 79 diputados, el PRI, sólo 49. Ese es el precio que la dirigencia de Alito Moreno ha impuesto a sus socios para competir juntos el próximo año. Obtener el mayor número de candidaturas posibles y en lugares competitivos es también uno de los puntos clave para la cohesión interna, en el juego de las ambiciones de los militantes y lo que cada partido cree que vale su apoyo en la coalición. El reparto también da una idea de cuáles legisladores opositores podrán aspirar a reelegirse y quiénes tendrán que buscar otro cargo o, simplemente, ceder el espacio.
Los tres partidos también fijaron un tope de gastos de campaña por cada elección. El PAN, PRI y PRD estiman gastar más de 85 millones de pesos en la precampaña y casi de 661 millones para la campaña presidencial. Definieron, además, a quién le toca poner ese dinero. Los panistas se comprometieron a dar al menos 122 millones de pesos. Los priistas destinarán un mínimo de 120 millones. Los perredistas, sólo 30 millones. Los aliados pactaron ceder al menos la mitad del tiempo asignado para propaganda y spots electorales a la promoción de la candidatura de Xóchitl Gálvez. Podrán repartir el resto bajo sus propios criterios.
Al margen de la presidencia y las nueve gubernaturas en liza, el Congreso se perfila como una batalla crucial en 2024. López Obrador ha puesto en la mira concretar el llamado “plan C”: obtener una mayoría calificada en ambas cámaras para garantizar la aprobación de reformas constitucionales y la gobernabilidad de Claudia Sheinbaum, en caso de ganar en los comicios del 2 de junio. Por separado, el frente opositor y Movimiento Ciudadano buscarán lo contrario: hacerse de la mayor cantidad de curules posibles para tener cancha de juego para negociar en el Legislativo. El tablero político y las estrategias electorales siguen tomando forma a poco más de seis meses de que los mexicanos acudan a las urnas.